La Seminci de Valladolid, uno de los festivales de cine más carismáticos y con más solera de España, es ya un empeño personal de su director, Javier Ángulo, y del público de la ciudad, que cada año luchan contra administraciones políticas locales hostiles a la libertad cultural, patrocinadores cobardes y el caché del starsystem al que la Seminci apela por razón del arte y los despistados solo lo entienden en razón del dinero.
El momento difícil del Festival, momento que dura ya varios años, contrasta con el interés del cine que se proyecta en sus salas. Casi completamente cine europeo, de buena factura, rodadas de forma clásica en muchos casos, de cinematografías a menudo alejadas de las grandes distribuidoras, que tras su paso por Valladolid consiguen ser estrenadas, de fácil acceso al público excepto por el handicap del desconocimiento, de la extrañeza ante lo diferente, que enganchan al espectador y le convierte en cinéfilo. Valladolid es posiblemente una de las ciudades de España donde más se sabe de cine, y actúa como epicentro de toda la comunidad autónoma y acicate de todo el país. La gente abarrota las salas, la ciudad es tomada por su festival y los visitantes disfrutan de la cultura como sólo un adolescente en un festival de rock puede hacerlo. Algún día hablaremos de lo interesante que sería promover paquetes turísticos para los festivales de cine españoles, pactar con agencias y hoteles la visita a sus ciudades justo en ese momento dulce que es la celebración de sus semanas cinematográficas, seguro que se descubriría un nuevo público dispuesto a viajar para ver algo más vivo que un museo, más memorable que una visita deprisa y corriendo a los burdeles gastronómicos del ocio del primer mundo.
La programación de este año presenta un atractivo cartel de cinematografías cercanas por estar en el mismo continente o cercanas por la afectividad de sus creaciones. España, Francia, Irán, Israel, Finlandia, Bélgica, China, Argentina y varias más, todas ellas selectas. La inaugurará la italo-francesa Habemus Papam, de Nanni Moretti, que viene de crear una encendida discusión en Cannes sobre la amabilidad con la que el director trata a los jerarcas católicos de la sotana. El finlandés Mika Kaurismäki, hermano de Aki Kaurismäki, es otra de las proyecciones más esperadas traerá a Valladolid Brothers, tercera película con la que viaja a la Seminci. El público estará muy atento a Les neiges du Kilimandjaro, de Robert Guédiguian, que también estuvo en Cannes y que no es una adaptación de la obra de Hemingway sino de un poema de Víctor Hugo.
Maryam Keshavarz, una americana criada en Irán, presentará Circumstance, Premio del Público en Festival de Sundance, una película de corte feminista sobre la experiencia de una mujer joven en la sociedad iraní que se nos antoja a priori interesante y necesaria en un país en el que son encarceladas mujeres, jóvenes, sindicalistas, cineastas, todo lo que se mueve. Zhang Yimou, que viene de un lugar en el que también saben de eso, estará en la sección oficial con Under The Hawthorn Tree, su quinta visita al festival. Restoration, del israelí Joseph Madmony, vencedora en Karlovy Vary, será juzgada por un público que ama someter a su criterio lo que ha tenido éxito en otros lugares y decidir, en base a su experiencia, si están de acuerdo, o no. Por último señalaremos la película polaca que representará a su país en la lucha por los Oscars, In Darkness, de Agnieszka Holland, un drama sobre la fuga de un grupo de judíos en una ciudad ocupada por los nazis, un escenario que a los más jóvenes les puede parecer remoto si miran 70 años atrás, pero que no está tan lejos cuando fue una crisis económica la que llevó al poder a los nazis en Alemania, que en aquella ocasión encontraron que la presa que le era más favorable al expolio eran los judíos, y no los griegos, los portugueses o los españoles.
España tendrá una amplia representación en el Festival. En la sección oficial estarán De tu ventana a la mía, de la directora aragonesa Paula Ortiz, a quien podeos leer en su diario de rodaje publicado en internet y disfrutar del mimo y el cariño con el que trata su película. Maribel Verdú protagoniza esta cinta en un reparto en el que están Cristina Rota y Alex Ángulo. Pilar López de Ayala lo hace en Medianeras, de Gustavo Taretto, coproducción argentino-española, una tragicomedia acerca de la relación de un fóbico con una ciudad superpoblada como Buenos Aires. También de Argentina, con coproducción española, vendrá Verdades verdaderas. La vida de Estela, de Nicolás Gil Saavedra, un largometraje sobre la trayectoria vital de Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo. Valladolid se suele fijar mucho en Argentina, su director incluso dirigió un documental sobre el exilio durante la dictadura, La Pérdida y el público que sabe y que vive con los tiempos que corren agradece mucho este ejercicio de memoria histórica. En la sección oficial estará además El perfecto desconocido, de Toni Bestard, con reparto internacional, encabezado por Colm Meaney y Ana Wagener, y la participación de Carlos Santos, Natalia Rodriguez, Guiem Juaneda y Pascal Ulli.
Más presencia española en la sección Punto de Encuentro que estrenará Stealing Summers, producción de EEUU dirigida por el español David Martín-Porras, protagonizada por la hija del escritor Paul Auster, Sophie Auster, y por el hijo de Mike Jagger, James Jagger, en la historia de un robo durante un partido Boca-River. Camera Obscura, opera prima de Maru Solores, interpretada por Josean Bengoetxea, Víctor Clavijo y Leire Berrocal acercará al espectador al conflicto de una joven con problemas visuales que sufre la presión y el rechazo de su entorno. Otra novedad será La lección de pintura, coproducción Chile-España-México, con dirección de Pablo Perelman y pareja protagonista de Daniel Giménez Cacho y Verónica Sánchez. Por último Terrados, un proyecto personal del director catalán Demian Sabini, que ha escrito, dirigido y protagonizado un relato sobre la crisis económica y la desazón y la pérdida de un grupo de treintañeros que vagan por las azoteas de Barcelona, sin trabajo y en plena descomposición de su proyecto vital.
Valladolid es un festival que hay que cuidar porque fortaleciéndolo damos fuerza a las relaciones de nuestro cine con los cines del mundo, con interpretes y autores que forman la materia de la obras que se plantean cosas a sí mismas y de las que salen la mayoría de las obras maestras que luego algunos descubren treinta o cuarenta años después. El cine que habla de la sociedad en la que vivimos, de los problemas que algunos juzgan insignificantes cuando no son los suyos, de la lucha diaria de unos personajes a la que no es ajena la vida de la mayoría de los creadores que concita este festival. Esperamos que Valladolid siga este año poniendo el listón muy alto para que la cultura siga siendo esa excepción a la regla de la falta de sabiduría de los que están encargados de financiarla económicamente.
José Ramón Otero Roko
Publicado en el semanario Cambio 16 y en la revista cultural Babab (Octubre de 2011).