La muerte en Londres, el pasado 28 de junio, de Stephen Dwoskin (Nueva York, 1939) conmocionó a la comunidad del cine de creación. Dwoskin vivía en la capital inglesa desde 1964 cuando fundó The London Film-Makers Cooperative, la versión europea de la Cooperativa de Directores que Jonas Mekas estableció en Nueva York y que sirvió de garante para que los cineastas experimentales tuvieran un circuito de salas que permitiera la difusión de su cine. El éxito de esas iniciativas, sobre todo la de Mekas, propició que se generara un nuevo ámbito estable de expansión de la literatura visual, concienciando a galerías de arte, universidades, cineclubs, y al llegar a nuestros días, museos de arte contemporáneo y medialabs, de la necesidad de que la obra de los cineastas que tomaban riesgos artísticos se compartiera en una red sólida. Ámbito que ha resistido mejor la progresiva retirada del público, desde las salas al territorio de lo privado, que el de los cines comerciales y que aún hoy sigue presentando rasgos de fortaleza, en parte por el criterio de selección y la concentración de espectadores en uno o dos pases singulares de cada programa y en parte porque a lo desconocido (y lo experimental ha de ser siempre desconocido) muchos prefieren acercarse desde la seguridad de formar parte de una pequeña multitud.
Esa pequeña multitud ha lamentado profundamente la muerte de Dwoskin, quien se había ganado el respeto y la admiración de todos gracias a su instinto de superación –Stephen Dwoskin contrajo la polio con nueve años, que inmovilizó parte de su cuerpo y le hizo pasar la segunda mitad de su vida en una silla de ruedas– y una pasión por el cine que alumbró más de medio centenar de películas, la mayoría cortometrajes, exhibidos en los principales festivales de riesgo” del mundo.
La serie Cinexperimentaux que edita la casa francesa Re:Voir, y que se ha ocupado de artistas como Marcel Hanoun, el propio Pip Chodorov, responsable de la editorial, o la cooperativa Light Cone, dedicó su noveno volumen a este director estadounidense. El DVD reúne, a modo de retrato, una serie de entrevistas con Dwoskin en su casa, en la habitación donde trabajaba, rodeado de celuloide.
En estas entrevistas, conducidas por el equipo EDA (Frédérique Devaux y Michel Amarger), que produce la serie, se alumbra el territorio de Dwoskin, su devenir vital, incluso físico, que ha influido en su cine de una manera dramática, y su devenir sensitivo, en el que ha sublimado todas sus limitaciones y del que ha dejado constancia en unos bellos guiones repletos de anotaciones que esquematizaban y a la vez trataban de explicar qué podía ofrecer su película.
Y dos películas, Naissant (blanco y negro, 1964, 14’) y Phone Strip (color, 2007, 8’20) completan el DVD de Re:Voir. La más interesante Phone Strip, una textura endiablada impide que descodifiquemos del todo el desnudo de una mujer, como esos adolescentes que veían en sus cuartos las noches de los viernes las películas X de los canales de pago a los que no estaban suscritos, o más exactamente, como esos solitarios que, a principios del nuevo siglo, se vendaban los ojos y llamaban a los teléfonos de las líneas 806 en busca de una trama de la que habían abdicado en vida.
Publicado en el Periódico Diagonal (Enero de 2013).
José Ramón Otero Roko
Publicado en el Periódico Diagonal (Enero de 2013).